Bienvenido mes de febrero

De paseo por la historia. Con una mirada breve a los eventos y personajes que impactaron al país y al mundo.

Evaristo Regalado, 1 de febrero de 2023

LA BIENVENIDA AL MES DE FEBRERO

Iniciemos este recorrido no con una, sino con dos frases lapidarias de dos personajes universalmente conocidos. La primera atribuida a la reina Isabel I, sobre el tiempo y su importancia frente a las riquezas y las cosas banales. Cito:

“Todas mis posesiones por un momento más de tiempo”

La segunda de Steve Jobs, magnate de la tecnología, en ese mismo sentido, pronunciadas supuestamente en su lecho de muerte. Cito:

“La verdadera felicidad no proviene de las cosas materiales, proviene del afecto que nos dan nuestros seres queridos”

Febrero es el segundo mes del año, según el calendario Gregoriano. La palabra “febrero” deriva del latín “februarius”, o “mes de februa”. Su nombre hacía honor a Februus, que según los romanos era el dios de los muertos y de la purificación. Para rendir tributo a ese dios, los romanos celebraban una fiesta anual denominada “februa”, que ocurría los días 15 de este mes.

Februus. Fuente externa

Febrero no siempre estuvo incluido en el viejo calendario, como tampoco lo estuvo el mes de enero. El calendario romano solamente tenía diez meses, en lugar de doce como ajora, y comenzaba a partir del mes de marzo. Los primeros cuatro meses de ese calendario de diez meses se nombraron para honrar a sus dioses o a personajes históricos, como Julio César y Augusto; y los siguientes seis meses tomaron los nombres por una cuestión de simple numeración, es decir, de acuerdo con su número de orden o posición en dicho calendario.

Así marzo, el primer mes, fue bautizado en honor al dios Marte, que era considerado como el dios de la valentía y de la guerra. Era una de las deidades más adoradas por los romanos, aunque es necesario aclarar que en un principio el nombre de Marte no estuvo realmente asociado ni con guerras, ni con campañas bélicas, sino con la agricultura y con la fertilidad. Roma era una sociedad eminentemente ganadera y agricultora, por eso no resulta difícil entender que se inclinaran por dedicar a Marte el primer mes de su año calendario, que además coincidía con la estación de la primavera.

Abril, el segundo mes, estaba dedicado a Aphrodita (espuma) o Venus, la diosa de la belleza y del amor. Para algunos de los meses (como abril, mayo y junio) existen versiones alternativas con respecto al origen de sus nombres. Por ejemplo, en el caso de abril, según Ovidio el nombre le fue impuesto a raíz de la palabra “aperire” o “aprilis”, del verbo “abrir”, porque en este mes es cuando la naturaleza “abre” o renace, con la primavera plena.

El mes de mayo, el tercer mes del antiguo calendario, se dedicó a la diosa Maia, una antigua deidad relacionada con la fertilidad. La versión alternativa del origen del nombre de este mes apunta a que tal vez se dedicó a honrar a las personas mayores (maiorum).

El mes de junio, el cuarto mes, fue dedicado a Juno, la diosa de la maternidad, quien era la esposa de Júpiter. La versión alternativa del origen del nombre sostiene que pudo haberse dedicado a los jóvenes (junior), o bien a Lucio Junio Bruto, uno de los fundadores de la República romana.

Julio era el quinto mes y por eso se llamó “quintilis”. Luego fue bautizado “julio” en honor Julio César, que había nacido en dicho mes, por una propuesta de su lugarteniente y gran amigo Marco Antonio.

Agosto, que era el sexto mes, se llamaba “sextilis”, pero luego se rebautizó en honor al emperador Augusto, quien en dicho mes había vencido a Marco Antonio y a Cleopatra.

Septiembre debe su nombre a que era el séptimo mes. Octubre lo debe a que era el octavo mes, pero pasó a ser el décimo por las circunstancias descritas.

Noviembre y diciembre eran los meses “novem” y “decum” (noveno y décimo) respectivamente.

Sin embargo, dos meses fueron agregados al calendario: enero y febrero. Enero en honor al dios Jano (o Ianius) que era el dios de dos caras, el de los inicios y los finales; y febrero, como ya explicamos, en honor Februus, para ganarse su benevolencia. Estos dos meses no se agregaron al final del calendario, sino que pasaron a encabezarlo. Por esa razón los últimos cuatro meses del año (septiembre, octubre, noviembre y diciembre) cuyos nombres tienen su origen en el orden numérico que ocupaban dentro del calendario conservaron sus antiguas denominaciones, pero cambiaron de posición. Por ejemplo, septiembre, que originalmente era el mes número siete, se movió dos posiciones hacia adelante, pasando a ser el mes número nueve en el calendario actual; octubre, que era el mes octavo, pasó a ser entonces el mes número diez… y así sucesivamente con los meses noviembre y diciembre.

La característica principal de febrero es que solamente tiene 28 días, y 29 en los años bisiestos, siendo el mes más corto del año. Ese día adicional se agrega cada cuatro años para compensar un desfase con respecto al año trópico.

Una curiosidad es que el mes de febrero es el único del año que tiene cuatro semanas exactas, excepto en los años que son bisiestos. Cuando el año es bisiesto, febrero inicia y termina en el mismo día de la semana.

Antes de la incorporación de los meses de enero y febrero al calendario gregoriano, ¿qué pasaba entonces con esos días faltantes para completar los 365 del año trópico?. Sencillamente que los ciudadanos de la antigua Roma no consideraban que estaban en ningún mes. Estos días faltantes correspondían a las jornadas más difíciles del invierno, por lo que los agricultores no podían trabajar ni cultivar la tierra, así que los dejaron fuera del calendario, que funcionaba como una especie de guía para el trabajo en el campo. Siendo que no se podía cosechar en esos días, desde su punto de vista eran días perdidos que no valía la pena registrar.

Con el tiempo, los romanos sintieron la necesidad de actualizar y alinear su calendario con los ciclos de la luna y el sol. Así fue como terminaron estableciendo años de 355 días y 12 meses. Fue entonces cuando se adicionaron al calendario los meses de enero y febrero.

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Autor: evaristoregalado

Bloggero, twittero, contador y profesor a medio tiempo. Aficionado a la fotografía y curioso de la historia. En busca de mi catarsis cada día y de mi comunión con Jesús de Nazareth

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